Hay algo en las rondas que me convoca, que me atrapa y no se muy bien qué es.
Si lo pongo en palabras, diría que es como una energía que me rodea y de la que también formo parte. Algo que pasa por afuera y por dentro de mí que hace que el tiempo se frene y disfrute como un niño.
Coordinar grupos es de las cosas que más disfruto de mi trabajo. Cada uno es un mundo, tiene vida propia y una personalidad. Es como una gran persona integrada por otras muchas.
Cuando empezamos uno nuevo me agarra una sensación de adrenalina y misterio. ¿Cómo será este grupo? ¿Qué desafíos tendremos que pasar? ¿Cómo me sentiré yo en este espacio?
Un tiempo nuevo comienza. Rostros conocidos y por conocer se arriman a la ronda. Agradezco esta nueva oportunidad de seguir creciendo en la fascinante tarea de acompañar la adolescencia.
📷 Foto: encuentro de adolescentes en Fundación Franciscana.