Nota publicada en el diario Perfil el 31 de julio de 2024
Autor: Espacio Colibrí
En la adolescencia, los vínculos de amistad pasan por una gran transformación. Algunos se afianzan y otros se distancian, y es muy común que se dejen a los amigos de la infancia para crear nuevas amistades. También, cambian los códigos, es decir, la “forma” de relacionarse. Como nos dijo un adolescente una vez: “Antes, para ser amigo solo le preguntabas ‘¿Puedo jugar con vos?’; pero ahora es diferente”. Aparecen otras formas que, como todo lo nuevo, son desafiantes y difíciles de comprender.
Por otro lado, para muchos adolescentes, el ser parte de un grupo es un gran desafío y, en ese intento de pertenencia, pueden surgir peleas, luchas de poder y sentimientos de exclusión. Se necesita tiempo para ir descubriendo cómo integrarse a un nuevo grupo diferente al de la familia, y no todos logran hacerlo como esperan.
En la adolescencia, los amigos ocupan un lugar central en el mundo emocional. En sus otras palabras: los amigos son “todo”. Por momentos, sus amistades son lo único que les preocupa y puede ser de lo único que quieran hablar, tanto en casa como en el colegio. Como nos comentó una mamá en el consultorio: “Si ella está bien con sus amigas, ELLA está bien”.
La amistad en la adolescencia es un pilar esencial que contribuye de manera significativa a su crecimiento y maduración. Una amistad sólida no solo es un refugio emocional, sino también una escuela de vida donde los adolescentes aprenden a navegar las complejidades de las relaciones humanas.
Como los adolescentes están aprendiendo a hacer amigos, necesitan de la presencia de los adultos en ese proceso. Un acompañamiento empático que les haga saber que no están solos y que también les de espacio y confianza para ensayar soluciones por su cuenta. Por ejemplo, si se pelean con un amigo, podemos escucharlos y hacer preguntas para que ellos puedan comprender lo que pasó y desde ahí buscar soluciones. Frases como “No sé para qué te cuento” o “No te metas” reclaman esa necesidad de sentirse comprendidos y de querer ganar mayor autonomía.
En resumen, acompañar a los adolescentes en su viaje por las amistades es fundamental. Hay que entender que sus relaciones pasan por transformaciones y que necesitan tiempo y espacio para adaptarse a nuevos códigos. Al final del día, nuestra tarea es brindarles apoyo y, también, ser guías y modelos de los que puedan tomar los recursos para construir esas relaciones significativas que tanto necesitan.
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