Crianza en la adolescencia: el valor del autocuidado a la hora de acompañar

Nota publicada en el Diario Perfil el 4 de marzo de 2024

Autor: Espacio Colibrí

La adolescencia es una etapa del crecimiento que involucra cambios profundos y que, muchas veces, al ser tan intensos y complejos, resultan difíciles de transitar. De acuerdo a UNICEF, los cuidadores son el principal factor protector contra la aparición de problemas de salud mental y de comportamiento en los jóvenes.

Papás y mamás, como principales cuidadores, ocupan un lugar esencial como promotores de salud, ayudando a sus hijos a atravesar los desafíos de una manera más saludable. Sin embargo, cuando llega la adolescencia, muchos se sienten desorientados sobre qué papel asumir. Ver a ese hijo tan diferente puede llegar a despertar sentimientos de angustia, ansiedad o incertidumbre. Esto puede provocar fuertes peleas, distancia, actitudes de autoritarismo o, también, de permisivismo extremo.

Por otro lado, al cuidado de ese hijo se suman otras preocupaciones como el trabajo, la inseguridad o el cuidado de otros (hermanos, abuelos) que acaban, muchas veces, siendo una carga difícil de llevar. Estos factores no son neutrales en la crianza. Si una mamá se siente estresada, es probable que esté menos disponible o empática para, por ejemplo, escuchar a su hija acerca de un problema que tuvo con su grupo de amigas.

Que los padres cuenten con información y recursos para acompañar la adolescencia puede ser un camino para transitar mejor esta etapa. Los grupos de crianza, talleres o espacios de orientación les permiten fortalecerse como cuidadores junto a otros que comparten su tarea.

Esto, a su vez, tiene un impacto positivo en los adolescentes. Si un padre fortalece sus habilidades de comunicación, puede ofrecer más apoyo, orientación y herramientas en temas complejos, como pueden ser la sexualidad, el consumo o el uso del celular. Problemáticas que, cuando se viven en soledad, pueden terminar transformándose en un factor de riesgo.

El desafío de acompañar no es solo estar disponible para el otro sino también para uno mismo, conectando con las propias necesidades y ofreciéndose espacios, no solo de formación sino también de autocuidado. Esto es lo que les va a permitir a padres, madres y cuidadores buscar lo que necesitan para salir fortalecidos y, así, acompañar a los adolescentes como ellos necesitan.

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